HI 22 ENERO 2024: SABOR AMARGO

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                    HABANA INSIDER: ARTE|CULTURA|IDEAS (EL PLACER DEL SLOW READING)

                        22 ENERO 2024/ LA HABANA, CUBA/ EDICION 1536 ISSN en proceso

           EDITOR: ABELARDO G. MENA CHICURI  CONTACTO: MENAABELARDO@GMAIL.COM

POR UNA NACIÓN SOBERANA E INDEPENDIENTE, SOCIALISTA Y DEMOCRÁTICA, PRÓSPERA Y SOSTENIBLE.

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SILVIO RODRÍGUEZ: NUEVA ETAPA DE LA REVOLUCiÓN (SEGUNDA CITA)

CARLOS ALZUGARAY: REAPARICIÓN DE RAÚL CASTRO (JOVENCUBA)

MANUEL DAVID ORRIO: CUBA Y SU CRISIS ECONÓMICA: ¿CONTRAPUNTO ENTRE GOBIERNO Y ECONOMISTAS? (KAOSENLARED)

JUAN TRIANA CORDOVÍ: ECONOMÍA CUBANA: EL SABOR AMARGO, LOS DATOS Y LAS MEDIDAS (ONCUBA)

HUMBERTO PÉREZ: CUBA OTRA MIRADA DIFERENTE.

CONVERSACIONES CON NEWTON BRIONES MONTOTO (JOVENCUBA)

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Las opiniones expresadas en este boletín son responsabilidad exclusiva de los autores. En el mismo se publicarán materiales de diferentes corrientes de pensamiento, en aras de contribuir al debate revolucionario y en función de la libertad de pensamiento, conciencia y expresión.

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                                                      NUEVA ETAPA DE LA REVOLUCiÓN

                                                      POR SILVIO RODRÍGUEZ, 25 DIC 2023.

Estamos, aún tímidamente, tratando de superar el cataclismo económico -y sin dudas político- que desató la “ofensiva revolucionaria” de 1968, que “se les fue de las manos” en calado y propósitos a quienes la pusieron en marcha, según testimonios de algunos muy altos dirigentes. 

En 1985 visité por última vez la URSS y, sin ser especialista político o económico, llegué a la conclusión de que aquello se estaba yendo a pique. Tres años después, viendo acercarse la debacle, un 28 de enero empezamos, en el busto de Martí en el Turquino, una gira que imaginamos sanadora y que titulamos Por la Patria. Luego de 35 conciertos la concluimos en la Plaza de la Revolución. 

Poco tiempo después de la desaparición de aquel socialismo Fidel le confesó a un periodista norteamericano que nuestro modelo ya no nos servía. Él tuvo el valor de reconocer su inexperiencia de los primeros años y nos dejó un decálogo presidido por la afirmación de que Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado. 

Cuba ha tenido no solo que ingeniárselas para avanzar sino que también ha tenido que resistir invasiones, sabotajes, injerencias de todo tipo y un bloqueo histórico en crueldad y duración. No somos, como país ni como personas, lo que hubiéramos sido sin semejante hostilidad. 

Aún así, creo que debiéramos saber ponernos por encima de traumas y condicionamientos. No olvidando, sino siendo capaces de aprender a superar aquello con acciones regeneradoras. 

Todos sabemos que el núcleo principal del descontento es por el bienestar dañado. La salud, la educación, la seguridad de cientos de miles de familias que trabajaron con la esperanza de un futuro mejor. No hay ideología que se sostenga sin bienestar. Olvidar eso no sólo es insensato: es inhumano. Por eso todo lo que logremos en esa dirección es lo correcto. 

Creo que nuestra primera meta es esa, por simple, por incompleta que pueda parecer. El bienestar del pueblo. Martí lo dijo de la manera más directa y hermosa: “Ganado tengo el pan: hágase el verso. “

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                                                             REAPARICIÓN DE RAÚL CASTRO

                                                                 POR CARLOS ALZUGARAY

Para los cubanos que, a pesar de todo, aún nos interesa seriamente seguir analizando la política nacional, fue sorprendente observar lo acaecido en la plazoleta del Parque Céspedes en la ciudad de Santiago de Cuba en la noche del 1ro. de enero de 2024, en una velada solemne convocada con motivo del 65 Aniversario del Triunfo de la Revolución. Como es usual en estos casos, el primer secretario del PCC y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, hizo uso de la palabra con uno de sus discursos habituales para estas ocasiones. En condiciones normales, ese sería el discurso central de la actividad.

Sin embargo, lo inusitado fue que inmediatamente a continuación habló el General de Ejército Raúl Castro, a quien la prensa oficial se refiere regularmente como «líder de la Revolución». Vestía su uniforme militar.

Raúl no pronunciaba un discurso público de esta envergadura desde el 17 de abril de 2021, cuándo inauguró el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba. Como se recordará, ese fue el último cónclave partidista que presidió, pues durante este se eligió a Miguel Díaz-Canel como Primer secretario del Partido.

Desde entonces ha correspondido a este último pronunciar este tipo de discursos, como lo hizo los días 20 y 22 de diciembre pasado al clausurar el VII Pleno del Comité Central y al concluir el último período de sesiones de la Asamblea Nacional, respectivamente. Fue pues un hecho inusitado que Raúl pronunciara el que fue sin duda el discurso central de la conmemoración.

Es lícito suponer que circunstancias excepcionales motivaron al líder cubano a salirse de su habitual mutismo oficial: la aguda crisis económica, social y política que vive el país y la consecuente acelerada pérdida de credibilidad y capital político de la Generación Histórica, encabezada por él, y la actual, dirigida por Díaz Canel.

También es lícito asumir que el objetivo principal de Raúl fue apuntalar al equipo del dirigente escogido para encabezar el primer gobierno de la transición generacional del poder post-revolucionario. Y a estimularlo a que haga todo lo posible para acometer lo que llamó «la compleja e inaplazable batalla económica» con «productividad, orden y eficiencia». [1]

La Revolución y el cambio generacional

Hace ya varios años se sabe que el futuro de Cuba depende de que tengan éxito los programas aprobados para producir un «socialismo próspero y sustentable». Y hasta ahora eso no ha sucedido; por el contrario, muchas personas han visto reducidas sus condiciones de vida y no hay visible una posibilidad real de que el Estado pueda garantizar un bienestar social.

Puede decirse que del éxito del desempeño en sus funciones, de esta administración encabezada por Miguel Díaz-Canel, depende no sólo su lugar en la historia cubana, sino también el de la llamada Generación Histórica. Como reconociera públicamente Raúl Castro en el 2018, cuando lo propusiera para sustituirlo como jefe de Estado, el actual presidente cubano se fue formando y resultó el seleccionado para conducir la nación en el futuro, por los que acompañaron al propio Raúl en la dirección del país a partir de julio del 2006, cuando se produjo la inesperada renuncia de Fidel Castro.

Vale la pena recordar que el grupo de dirigentes que en un momento fueron considerados los naturales herederos de la Generación Histórica por su cercanía a Fidel Castro, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque entre otros, fueron marginados durante el mandato formal de Raúl Castro, que se extendió entre esa fecha y el 2021.

La alocución de Raúl fue un texto cuidadosamente diseñado y redactado. No hay ningún síntoma en él de que fuera una especie de pronunciamiento de despedida, como algunos han pretendido. El análisis de ese texto, aún inicial como es este, demuestra que tampoco fue un discurso cualquiera. Sus cuatro partes principales apuntan a las preocupaciones centrales de quien se ha propuesto garantizar la continuidad del sistema político que se fue forjando desde 1953, cuando se produjo el asalto al Cuartel Moncada —fecha que se entiende como inicio de la Revolución—, hasta 1976, cuando la aprobación de la Constitución da fin el período de provisionalidad y se instaura un nuevo Estado declaradamente socialista.

Aclaro, porque lo considero necesario, que en este ensayo parto del presupuesto que se puede sostener la hipótesis de que en Cuba han habido tres procesos revolucionarios distintos encabezados por tres generaciones que en su momento fueron la vanguardia patriótica del país: la Revolución de Independencia de 1868 a 1898, frustrada por la intervención militar norteamericana de 1898 a 1902; la Revolución del 33, también frustrada por una injerencia norteamericana —esta vez diplomática y no militar— apoyada por un sector doméstico pro imperialista; y la Revolución Cubana de 1953-1976 que derrocó el antiguo régimen neocolonial impuesto por Estados Unidos y estableció una República Socialista.

Hay un hilo conductor entre los tres y es el empeño que han desplegado las vanguardias patrióticas progresistas en cada uno de esos momentos históricos por crear una República tal y como la soñó Martí, con sus cuatro componentes: independencia nacional, justicia social, buen gobierno y economía auto sustentada.

En cuanto al proceso político que vive el país desde la segunda mitad del siglo XX se puede afirmar que grandes mayorías de ciudadanos pudimos aceptar sin mucha discusión que Fidel Castro y Raúl Castro gobernaran a nombre de «La Revolución» pues eran sin duda los que podían asumir ese manto de ser los «padres fundadores» de un proceso que, a partir de la toma del poder por las fuerzas revolucionarias de entonces, realmente transformaron el país en la dirección general a la que aspiraban las masas populares.

Sin embargo, para los que le sucedan en el gobierno de Cuba, por muchas apelaciones que hagan a «la continuidad», se les va a ser mucho más difícil poder invocar a «la Revolución» y a «los revolucionarios» para legitimar su mandato. Es más apropiado llamarles «la generación post revolucionaria» y calificar el período en que están ejerciendo el gobierno como «post revolucionario».

Las distintas generaciones que conviven hoy en la sociedad cubana evaluaran este primer período post revolucionario como exitoso o no dependiendo de que sus dirigentes, no sólo logren defender y mantener los principales logros alcanzados en términos de independencia nacional y justicia social entre 1953 y 1976 —y que muchos de ellos se mantuvieron durante algún tiempo en el nuevo Estado conformado—, sino que agencien el establecimiento y consolidación de una economía que pueda auto sostenerse y prosperar sin apelar a aliados benefactores. A esto también debe sumársele los retos para construir una verdadera democracia social republicana basada en la participación y deliberación real de la ciudadanía.

Al menos esas son mis aspiraciones personales a las que tengo derecho como ciudadano pero también como alguien que sí se consideró «revolucionario» cuando entre 1959 y 1961 se incorporó al proceso y lo sirvió hasta el día de hoy.

Denuncia y condena de la hostilidad permanente de Estados Unidos

La primera parte, en la que se condena y denuncia la política de Estados Unidos hacia Cuba, no se diferencia mucho de lo que ha venido diciendo el presidente Díaz Canel. «La política de hostilidad permanente y de bloqueo del Gobierno de los Estados Unidos es la principal causa de las dificultades de nuestra economía», afirmó el líder histórico.

Sin embargo, vale apuntar dos aspectos. En su discurso previo, en el 2021, a pesar de que la administración Biden no daba señales de abandonar las medidas crueles impuestas por el presidente Trump en su último período, Raúl Castro no dudó en ofrecer una rama de olivo:

«Ratifico desde este Congreso del Partido la voluntad de desarrollar un diálogo respetuoso y edificar un nuevo tipo de relaciones con los Estados Unidos, sin que se pretenda que para lograrlo Cuba renuncie a los principios de la Revolución y el Socialismo, realice concesiones inherentes a su soberanía e independencia, ceda en la defensa de sus ideales y el ejercicio de su política exterior…» (Informe Central al 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba).

Esa referencia constructiva estuvo ausente en esta ocasión. Por el contrario, se pueden calificar de «duras» e «intransigentes» las palabras de Raúl.  Pero es lógico que eso sea así si se tiene en cuenta la actitud poco conciliadora de Biden, quien ha mantenido a Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo y otras sanciones extremas de Trump.

Por añadidura, Raúl Castro pudiera estar personalmente defraudado porque fue él quien acometió la negociación con Barack Obama para normalizar las relaciones en el período 2013-2014, a pesar de los riesgos que ello entrañaba para un líder con su trayectoria al lado de Fidel. Bueno es reconocer que esa actitud audaz de la diplomacia cubana durante la presidencia de Raúl Castro logró algo que parecía improbable sin una negociación: la liberación de los tres agentes anti terroristas de la «Red Avispa» que aún quedaban en cárceles norteamericanas, a la altura de 2013.

Esta negociación y sus resultados no estuvieron exentas de controversias, incluso de críticas por el propio Fidel Castro [2].

La unidad es nuestra principal arma estratégica

La segunda parte del discurso de Raúl tuvo como hilo conductor una frase que utilizó con todo propósito: «La unidad es nuestra principal arma estratégica». Aunque es un llamado bastante común en la mayor parte de los pronunciamientos políticos de dirigentes cubanos, hubo tres elementos que no son frecuentes:

Definió la unidad en términos más inclusivos que lo que usualmente hace el presidente Díaz Canel: «En la Revolución Cubana ha tenido cabida cada patriota sincero, con el único requisito de estar dispuesto a enfrentar la injusticia y la opresión, a trabajar en bien del pueblo y a defender sus conquistas».

La asoció a la aceptación de ideas y criterios diferentes: «En esa fragua de acción y pensamiento se forjó nuestro Partido, ajeno al autoritarismo y las imposiciones, escuchando y debatiendo los diferentes criterios y dando participación a cuantos estén dispuestos a sumarse a la obra».

Realizó un llamado específico a la necesidad de la participación de las instituciones armadas de manera diferenciada: «La unidad formada por el Partido, el Gobierno, las organizaciones de masas y todo nuestro pueblo, y como parte de este los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del Ministerio del Interior…»

De la Generación Histórica a la primera generación post revolucionaria

La tercera parte estuvo dedicada a un tema político fundamental y es la relación entre la Generación Histórica y la que actualmente dirige el país, encabezada por Díaz-Canel: «Sé que expreso el sentir de la Generación Histórica al ratificar la confianza en quienes hoy ocupan responsabilidades de dirección en nuestro Partido y Gobierno, y en las demás organizaciones e instituciones de nuestra sociedad, desde los más altos cargos hasta las decenas de miles de dirigentes de base que están en la primera línea de combate».

En su apoyo citó unas palabras de Fidel Castro, pronunciadas en el acto de fundación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, el 7 de diciembre de 1993. Con ellas prácticamente concluyó su discurso:

«…No hay contradicciones generacionales en la Revolución por una simple razón: porque no hay envidias ni ansias de poder entre sus hijos. Ninguno de los viejos luchadores nos aferramos a cargos ni nos consideramos acreedores de la patria por haberle prestado un servicio, y mientras nos queden fuerzas estaremos en el puesto que se nos asigne, por modesto que sea». 

Esta afirmación estuvo apuntalada con un testimonio gráfico: en la portada de la edición digital del Granma del 2 de enero aparece una foto del presidente Díaz Canel rodeado por Raúl Castro, Ramiro Valdés y José Ramón Machado Ventura.

Otro detalle importante resaltado en esta parte del discurso fue la sugerencia de que los cuadros que formaban el actual gobierno tenían que estar dispuestos a ceder sus posiciones en determinadas circunstancias y así dijo: «Quienes, por insuficiente capacidad, falta de preparación o simplemente por haberse cansado, no estén a la altura que exige el momento, deben ceder su puesto a otro compañero o compañera dispuesto a asumir la tarea».

Lo que no queda claro es si esta apelación a la confluencia entre ambas estirpes está dirigida a que los miembros de la Generación Histórica que todavía tienen roles gubernamentales o similares, se abstengan de interferir o de criticar al actual presidente o si, por el contrario, el llamado va dirigido a que Díaz Canel y su actual gabinete de gobierno acepten una especie de rol fiscalizador de esos integrantes de la Generación Histórica. Cada cual puede sacar sus propias conclusiones.

La compleja e inaplazable batalla económica

Al apoyar al primer ministro, Manuel Marrero, Raúl Castro puso nuevamente en el tapete la alta prioridad que debe tener resolver los problemas económicos del país. «Como explicó de forma diáfana el primer ministro, compañero Manuel Marrero, hace solo unos días en la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la compleja e inaplazable batalla económica es imperativo avanzar en productividad, orden y eficiencia».

Resulta ilustrativo que añadiera el término de «inaplazable» al de «compleja», más habitual, al referirse a la «batalla económica» y que enumere como objetivos fundamentales «avanzar en productividad, orden y eficiencia».

Finalmente, instó a los cuadros «a no ser ingenuos ni triunfalistas, a evitar respuestas burocráticas y cualquier manifestación de rutina e insensibilidad, a encontrar soluciones realistas con lo que tenemos, sin soñar que algo nos vaya a caer del cielo». En el contexto cubano es importante la última parte de esta frase. Este tipo de manifestaciones concretas y pragmáticas no abundan entre los dirigentes del país.

El papel de las instituciones armadas: «alma de la Revolución junto al PCC»

El representante de la Generación Histórica terminó con una nueva mención a las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior, demostrando una vez más el rol importante que les tiene asignado:

«En este supremo empeño, las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, fieles y seguros guardianes de la Revolución, participarán decididamente. Si ayer de las armas victoriosas del Ejército Rebelde emergió libre, hermosa, pujante e invencible la patria nueva, hoy puedo afirmar que ante cualquier amenaza o debilidad sus combatientes no renunciarán a continuar siendo, junto al Partido, el alma de la Revolución».

Esta referencia a que los institutos armados, junto al Partido, constituyen el «alma de la Revolución» recuerda el excelente estudio que realizó sobre el tema Mario Valdés Naiva el 21 de abril del 2021 en las páginas de esta revista, precisamente con el título de El Alma de la Revolución, en el cual analizó el origen martiano de la frase y su evolución desde que Fidel Castro la utilizara para caracterizar al Ejército Rebelde para después asociarla al Partido. 

Raúl ha preferido seguir otra línea, asociándola a las FAR. Ello adquiere una importancia peculiar en la actualidad si se tiene en cuenta que, a través de GAESA, las Fuerzas Armadas han adquirido una importante influencia sobre la economía —no exenta de cuestionamientos—, que es donde está el frente fundamental de batalla del presente gobierno. 

Se van acabando los tiempos

Aquellos segmentos del VII Pleno del Comité Central y de la sesión de la Asamblea Nacional que se pudieron ver en la Televisión Nacional a fines de diciembre, subrayaron la gravedad de la situación del país. Al fin, desde las más altas instancias, se reconoció que «las cosas no estaban saliendo como se esperaba», lo cual es sin duda un eufemismo, y aunque sin especificar ni deslindar responsabilidades, se aceptó que había errores, aunque los detalles se ocultaron detrás de una minuciosa descripción de los males que le trae al país la tupida madeja de medidas coercitivas unilaterales que constituyen el bloqueo que Estados Unidos le tiene impuesto a Cuba. 

Estas últimas son reales. Negarlas no es admisible. Pero tampoco se puede desconocer el peso de los errores e insuficiencias del actual gobierno, que también es heredero de otras deformaciones internas que se fueron acumulando durante sus años precedentes.

Después de un enorme esfuerzo político por elaborar un programa de reformas que se inició cuando en julio del 2007, el propio Raúl Castro apeló a cambiar estructuras y conceptos según fuera necesario y concluyó en el 2011 con la aprobación de los Lineamientos para la Actualización del Modelo Económico en el VI Congreso del PCC; no obstante, paradójicamente todo ese programa se ha venido demorando y posponiendo. Ello incluso durante el mandato de Raúl Castro como presidente y primer secretario del PCC. 

Este asunto lo analicé con mayor profundidad en mi ensayo «Cuba cincuenta años después: continuidad y cambio político», publicado por la revista Temas (No. 60, Octubre-Diciembre de 2009, págs. 37-47).

Es obvio, aunque no se diga públicamente con crudeza, que el gobierno está en bancarrota, y que carece de los recursos financieros mínimos para enfrentar la crisis. Hay, además, un nuevo entramado político que dificulta la gobernanza, con un conjunto de actores económicos que sí parecen disponer de recursos para construir grandes hoteles o importar productos suntuosos. De ahí que las medidas propuestas por el primer ministro parezcan extremas, lo que se reafirma con su definición de que se está en una economía de guerra.

No obstante, desde la ciudadanía el gobierno aparece atrapado en el hábito de actuar con voluntarismo e improvisación ante situaciones críticas que casi nunca prevé.

Por otra parte, se demoran de manera inaceptable decisiones de más calado y relacionadas de manera fundamental con la reforma profunda que el entramado económico necesita, y que ya fueron delineadas de manera global cuando se aprobaron los Lineamientos para la Actualización del Modelo en el 2011. El más reciente ejemplo de esta tendencia a demorar lo inaplazable es el proyecto de Ley de Empresas.

En todo gobierno hay distintas tendencias y el cubano no puede ser una excepción. Solo que, dado el carácter opaco de los procesos de tomas de decisiones en Cuba y la función de una prensa más centrada en la propaganda que en el análisis y la rendición de cuentas, a los ciudadanos nos cuesta mucho trabajo saber por qué se demoran decisiones estratégicas y quiénes son los que las entorpecen. En tales circunstancias es lícito suponer que hay condiciones para que se agudicen las contradicciones internas. 

De ahí que el claro llamado de Raúl Castro a la unidad sea fundamental como lo es también que lo vincule a «la inaplazable batalla económica».

Pero el tiempo para «cambiar todo lo que deba ser cambiado» se está agotando, tanto en términos económicos y políticos reales, como por el simple hecho de que al gobierno de Díaz Canel le quedan solamente cuatro años de su segundo y último mandato.

De acuerdo con la Constitución, el presidente es reelegible solo una vez. Díaz Canel ya lo fue el año que recién terminó. En el 2028 concluirán sus dos mandatos. Habrá entonces que buscar un candidato que, también según estipula la Constitución, no podrá ser mayor de 60 años.

El discurso de Raúl Castro pudiera estar diseñado para darle al presidente Díaz Canel el oxígeno que necesita para insuflar, sin interferencia, un fuerte impulso a las reformas que muchos de los economistas cubanos recomiendan y la inmensa mayoría del pueblo espera y exige.

Ojalá los actuales dirigentes la sepan aprovechar con el realismo, la voluntad y la audacia que no han mostrado hasta ahora.  De hoy a abril de 2028 no queda mucho tiempo.

[1] Todas las citas del discurso de Raúl Castro están tomadas de la versión publicada en el Granma, en su edición digital del 2 de enero del 2024: «Vamos a salir de estas dificultades, como lo hemos hecho siempre, ¡combatiendo!»

[2] Recuérdese la reflexión del máximo líder de la Revolución del 28 de marzo del 2016 titulada «Mi hermano Obama».

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                       CUBA Y SU CRISIS ECONÓMICA: ¿CONTRAPUNTO ENTRE GOBIERNO Y ECONOMISTAS?

                                        POR MANUEL DAVID ORRIO, 29 DE DICIEMBRE DE 2023

Mientras va de despedidas este 2023 y de inicios el 2024, Cuba sufre la peor crisis económica desde inicios de los 90 del siglo pasado, en que el Producto Interno Bruto (PIB) cayó 35 % y la alimentación no llegó a las 2000 calorías diarias. Se le llamó, eufemísticamente, Período Especial.

Años terribles, que hoy se presentan ante los ojos del cubano mediante las actuales privaciones y urgencias: crisis alimentaria; de salud; de modelo económico; de deuda externa; de caída del Índice de Desarrollo Humano de un lugar 51 en el 2007 a un 83 en el 2022, lo cual denota que se está ante un proceso de largo plazo, tanto como un incremento de la desigualdad social a niveles no vistos en muchos años; sólo en parte este estado se explica por causas externas como el impacto de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba, vulgo bloqueo, más el muy severo impacto de la más reciente de esas sanciones: la inclusión de Cuba en la lista de “Estado patrocinador del terrorismo”; sin dudas medida arbitraria y represiva, que obstaculiza las transacciones financieras de la tierra de José Martí, así como su comercio exterior.

Según el Viceministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Embajador Carlos Fernández de Cossío, sobre la calificación de Cuba como Estado patrocinador del terrorismo, “El impacto más grave es el efecto que tiene sobre la economía cubana, puesto que a nivel global y fuera de la jurisdicción de los Estados Unidos, muchas instituciones bancarias y financieras rehúsan -o se cuidan- de tener relaciones con un país que esté calificado en esa lista por temor a represalias del gobierno de los Estados Unidos. Y esto implica un perjuicio inmenso para cualquier país en la conducción de su economía”.

También, por supuesto, el agravamiento de la situación económica internacional influye en lo concerniente a la economía cubana, causas todas mencionadas en las pasadas sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), al igual que lo que se dió en llamar “errores y distorsiones”, al parecer la fuente de lo que este periodista ha dado en llamar contrapunto entre gobierno y economistas.

Sí: existe contrapunto y no es clandestino; se manifiesta en encuentros académicos, blogs especializados y redes sociales; participan varios de los economistas más reconocidos de Cuba, y no precisamente para coincidir con el gobierno, porque las críticas se centran no tanto en los apuntados factores externos como en los internos, en ésos que más que todos dependen de una voluntad política propia, como puede ser la reducción de un déficit fiscal que por su volumen es una muy importante causa de inflación; el mismo se ha comportado en varios años a un nivel superior al 10% del PIB, cuando lo recomendable es 3-5%, y para el 2024 se estima un 18,5%, según el economista Pedro Monreal. 

Este déficit, apunta Monreal, sería el segundo mayor del mundo, sólo superado por Ucrania.

Vaya un par de”botones de muestra” del contrapunto:

Humberto Blanco Rosales

En diciembre del 2022, el vicepremier y ministro de Economía y Planificación Alejandro Gil Fernández pronosticó que “El año económico 2023 será mejor que el 2022, ‘pero nada nos va a caer del cielo”’. También vaticinó que el PIB crecería 3% en el 2023, así como otros “buenos pronósticos” para ese año, que no sólo no fueron confirmados por la realidad, sino que en sus resultados mostraron un empeoramiento de la situación. De inicio, se espera para el 2023 un decrecimiento del PIB en 1-2%, más otras tendencias negativas; Blanco Rosales comentó esos resultados en forma que hasta podría ser sarcástica:

“La meta planificada de crecimiento para 2023 no será  alcanzada, una vez más. Esta regularidad (la del incumplimiento ) amerita una evaluación de hasta qué punto las metas trazadas año tras año,  la forma y supuestos bajo los que  se fijan, son realistas…De hecho, en la  intervención del ministro de Economía, Alejandro Gil, ante la Comisión Económica del Parlamento el 18 de diciembre, se planteaba un decrecimiento respecto al 2022. Muy lejos se está de ese deseado cinco a seis por ciento anual que debería crecer la economía cubana, según estimaciones de varios colegas… Dados los ritmos de crecimiento de los últimos años, incluyendo la disminución de casi un 11 % en 2020 por el impacto de la pandemia, surge la pregunta incómoda de cuantos años más serán necesarios para que la economía se recupere y se aprecie en los hechos una mejora sustancial del nivel y la calidad de vida de la población”.

Con estos resultados ya de varios años, parece cuesta arriba que en el 2024 se alcance un crecimiento del PIB en 2%, tal como Gil anunció en el parlamento, con lo cual las inquietudes de Blanco Rosales quedan más que justificadas.

Juan Triana Cordoví

De sostenida ejecutoria en lo mediático, Triana es uno de los economistas cubanos más conocidos. Muy crítico respecto a la política de inversiones cubanas, en lo cual coincide con numerosos colegas; al parecer ninguno está de acuerdo con un programa inversionista que, en un país ya en crisis alimentaria, privilegia desde años atrás a la inversión en hoteles para el turismo, a un promedio anual entre 2018-22 de 31,8% del total invertido, mientras la agricultura sólo recibe un promedio anual de menos de 3%, y algo similar en presupuesto de gastos corrientes; lo peor: los resultados del turismo para nada justifican esa política; es harto conocida la ineficiencia del sector, su baja ocupación lineal y sus pobres resultados económicos.

Prueba al canto: apunta el economista Julio Carranza que “Cuba cuenta hoy con aproximadamente 91 mil habitaciones para un turismo anual de menos de dos millones de visitantes. República Dominicana, por ejemplo, tiene 98 mil habitaciones, pero para un turismo sostenido de aproximadamente 8 millones de visitantes al año”.

La crisis agrícola y alimentaria cubana – en alta medida provocada por la apuntada desinversión – es, además de un factor principal en la crisis del modelo económico, el rubro en que más se manifiesta la elevada inflación que Cuba sufre. Los cálculos oficiales la cifran en total en alrededor de 30% al final del 2023, pero es conocido que en la metodología oficial hay carencias – base de cálculo desactualizada y no considerar el ya extendido mercado privado e informal-; por tal motivo, otras fuentes informan estimados muy superiores y éste es otro motivo de contrapuntos entre gobierno y economistas.

Sin embargo, Triana es aquí digno de mencionar por una importante precisión respecto a la evolución de la tasa de cambio informal, que al presente se mueve alrededor de los 270 pesos por un dólar; en el mundo real, la aceptada, y además un ejemplo ilustrativo: el salario medio de Cuba equivaldría a poco más de 15 dólares mensuales.

Dicha tasa es seguida e informada por El Toque, un medio digital opuesto al proyecto socialista cubano y, aunque en la prensa cubana no se le nombra, todos saben que cuando se acusa de manipulaciones de la tasa informal, la referencia es a El Toque; a juzgar por lo más reciente, “el anatema” ha llegado lejos: desde las páginas de Granma, órgano del Partido Comunista, a las palabras de nada menos que el primer ministro Manuel Marrero en las sesiones parlamentarias,donde afirmó que “Tenemos que poner fin a esa práctica de que desde otro país, desde una PC, se ponga la tasa de cambio especulativa que rige en este país”.

Poco importa que varios economistas desautoricen semejante tesis desde las leyes de la Economía y desde meses atrás; no importa: habló Marrero y punto. No obstante, Triana aporta la información hasta ahora más importante: el estudio del problema desde la Ciencia, la Academia.

Según éste, “En cuanto a la tasa de cambio de El Toque lo que les puedo decir es que el CEEC (Centro de Estudios de la Economía Cubana) invitó al Centro de Estudio de la Complejidad a hacer un ejercicio sobre esa tasa de cambio utilizando instrumentos bien sofisticados y sus resultados fueron que la metodología utilizada por El Toque es perfectamente válida, responde a los datos disponibles y a sus supuestos (declaraciones de intención de compra y venta). Ellos incluso la aplicaron a otros mercados y dio resultados dentro de los parámetros”.

Hay, o no, contrapunto entre gobierno y economistas? ¿Son estos dos ejemplos los únicos? Hay otros: Julio Carranza, Humberto Herrera Carles, Ricardo González-Aguila y Ricardo Torres, Pavel Vidal, Pedro Monreal y otros, todos los cuales están criticando las políticas económicas gubernamentales desde distintos colores políticos, lo cual es un dato porque todos, en mayor o menor medida, reconocen el impacto de las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, así como el peso del empeoramiento de la situación económica internacional.

Así, la esencia del contrapunto entre gobierno y economistas se revela como reactividad y justificación gubernamental – más acento en lo externo que en lo interno – vs. la proactividad de los economistas, quienes por su acento en las causas internas de los males económicos cubanos apuntan a lo que tendría solución con los recursos nacionales, cuya asignación y administración es objeto de críticas reiteradas – política de inversiones es un buen ejemplo -, al tiempo que las voces de esos economistas no reciben la atención mediática merecida, por lo cual se ven obligados a recurrir a medios alternativos: blogs, redes sociales, eventos apenas cubiertos por la prensa dígase oficiosa y quizás un par de afortunados que colaboran con la prensa extranjera acreditada en Cuba; o con la prensa llamada independiente que, guste a quien guste y pese a quien pese, y desde su perspectiva opuesta al proyecto socialista cubano, tiene en El Toque un ejemplo de profesionalidad en Economía, tal y como se desprende de lo apuntado por Triana Cordoví en Segunda Cita, el blog del cantautor Silvio Rodríguez.

Por lo pronto, el gobierno cubano se apresta a emprender un programa de estabilización macroeconómica -así lo nombra – del cual se habla desde alrededor de un año atrás sin que haya noticias de su implementación; ahora, el premier Marrero Cruz esboza un conjunto de medidas que requieren un pausado análisis y así las nombra, aunque a “ojo de buen cubero” las medidas parecen encaminadas a incrementar los ingresos del presupuesto – no reducir los gastos-, como vía para reducir el déficit fiscal. 

Esos incrementos, en un análisis primario, pueden originar más aumento de los precios de los alimentos, en primer lugar, habida cuenta de las carencias criollas en la producción de éstos y en su indeseable importación. Porque sí: el 100% de la llamada canasta básica se está importando, según el ministro Gil.

Entretanto, el contrapunto entre gobierno y economistas no sólo continúa, sino que parece que se agudizará. Tiempo al tiempo…

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                          ECONOMÍA CUBANA: EL SABOR AMARGO, LOS DATOS Y LAS MEDIDAS  

                                                     POR DR JUAN TRIANA CORDOVÍ, ENERO 10

El 2023 nos dejó el sabor amargo de metas que no se cumplieron: frases que mientras el año avanzaba iban perdiendo su significado; reportajes televisivos que contrastaban con la realidad cotidiana; intervenciones que recurrían una y otra vez al bloqueo de Estados Unidos sobre Cuba y sus impactos negativos sobre nuestra economía para justificar ineficiencias propias; lentitud en la toma de decisiones claves, incompetencia, resistencias pasivas y activas a los cambios que necesariamente habrá que hacer por más que se intenten demorar.

También tuvimos de negación de lo evidente; búsqueda de nuevos culpables a toda costa y a todo costo; servicios básicos en una espiral de deterioro difícil de revertir, no solo por falta de recursos, sino también de personas, pero sobre todo por el crecimiento de la “cultura de la indolencia” que no solo se alberga en organizaciones sino que lamentablemente ha encontrado sitio en cada uno de nosotros. Y quizás el peor daño: el vaciamiento del país.

No hablo de errores; de ellos hablaron los principales dirigentes del país. Los errores son parte natural de la toma de decisiones. Es parte del riesgo que se corre cuando se trabaja sobre fenómenos con un alto grado de incertidumbre, o cuando se prefiere hacer caso omiso de lo que la ciencia enseña y lo que la evidencia —y los datos— nos muestran. Cierto que también hemos creado la “cultura de la rectificación de errores”. 

LA ETERNA RECTIFICACIÓN

Así que, adiós al 2023, con su sabor amargo. Bienvenido el 2024, año tremendamente importante para mí, pues alcanzaré 70 años de vida, cincuenta de los cuales —contando los de alumno ayudante— los he pasado trabajando en lo que más gusta, impartir clases de Economía, siempre en el mismo lugar, mi Universidad de la Habana.

El 2024, aún no sé bien por qué razón, me trajo a la mente el año 1974, cuando comencé a impartir docencia y descubrí al minuto de haber iniciado mi primera clase, que este sería el trabajo de toda mi vida. Fue ese año también en el que había un trabajo muy intenso de preparación de lo que sería el Sistema de Dirección y Planificación de la Economía (SDPE), que sería la forma más institucionalizada de la “rectificación” de aquellos errores de “romanticismo económico” que se cometieron en los años 60. 

Entre aquellos “errores” siempre se menciona la aspiración de saltar etapas en la construcción socialista, la abolición de las relaciones monetario-mercantiles, la erradicación de la pequeña propiedad privada mediante la completa estatización de la economía, el “salario histórico” y el contrasentido de una significativa cantidad de gratuidades cuyo costo pagábamos todos aunque no nos diéramos cuenta.  

El SDPE tendría muy corta vida plena. Sería posteriormente “rectificado” a mediados de los años ochenta y languidecería junto a otros sistemas, que luego también serían “rectificados”. Se ha escrito mucho desde la academia sobre todos esos procesos, que además generaron intensos debates, largas discusiones y grandes insatisfacciones. 

SIN METAS, NI PLAZOS, NI SECUENCIA

Volvamos, pues, a 2024. De una parte, tenemos un grupo de medidas cuyo propósito declarado por el primer ministro Marrero es “restaurar los requisitos macroeconómicos que permitan garantizar un entorno favorable para el crecimiento económico, el desarrollo y el proceso de construcción socialista”. 

De otra parte tenemos el Plan de la Economía presentado a la Asamblea Nacional y aprobado por esta, por lo tanto con carácter de Ley.  O sea, quien viole el Plan, viola la ley. Lo mismo ocurre con el presupuesto del Estado: después de aprobado tiene carácter de Ley y quien lo viole, ya sea porque subdeclare impuestos o porque sobrepase los gastos, viola la ley. 

El contexto en que esos propósitos deben realizarse es el de una economía que ha experimentado un decrecimiento de entre 1 y 2 %; que no se ha recuperado del hundimiento de 2020; que enfrenta una dinámica inflacionaria sostenida de dos dígitos en los últimos cuatro años y que se espera que alcance un 20-25% en el 2024. Una economía con un déficit fiscal incrementado casi en un 50 % en 2023 (98 363 800 000 pesos) mientras que para el 2024 ese déficit alcanzará cotas inéditas (147 391 millones de pesos). Nada fácil.

Listé 52 medidas/ideas/deseos. No veo ni metas, ni plazos, ni secuencia para su aplicación. Imagino que existan y se hayan discutido pormenorizadamente en otros ámbitos. Una parte de ellas son medidas cuya ejecución y resultados no están, ni pueden estar, enmarcadas en el corto plazo, dado que apuntan directamente a la recuperación de sistemas productivos, que ahora mismo están deteriorados y sin capacidad financiera.

Otras, aquellas que promueven beneficios arancelarios para las empresas que importen materias primas y bienes intermedios, requerirán de garantías suficientes para recuperar el capital invertido y de un marco regulatorio coherente que genere la confianza imprescindible para asumir semejante riesgo. 

En otras palabras, esas medidas, sin dudas muy necesarias, no aportan en el corto plazo a la mejora de la oferta, algo que debería tener la más alta prioridad, si atendemos al hecho de que la debilidad de la oferta es una de las causas reconocidas de la inflación.

MENOS OFERTA, MÁS INFLACIÓN

Si el combate a la inflación pasa por eliminar una de sus causas principales, parece poco coherente con ello el desestímulo a la importación de bienes terminados y menos aún que el argumento sea, que esos bienes son producidos en Cuba, pues aún en el caso de que lo fueran, sus volúmenes de producción están distantes de los volúmenes mínimos para satisfacer la demanda. 

El comportamiento del índice de volumen físico de la producción industrial confirma ese deterioro sostenido del sistema productivo desde hace más de 30 años. Fuente: ONEI, AEC 2022, tabla 11.1.

Por otro lado, la importación de bienes finales ha sido una característica estructural de la economía nacional, provocada por una deformación estructural de nuestro sistema productivo, su debilidad y su falta de complementariedad. 

Siempre me he preguntado las razones por las cuales, en la época en que solo tres cadenas de tiendas monopolizaban el mercado en divisas de bienes de consumo, esas empresas no dedicaron una parte de sus ingresos al fomento de cadenas productivas con la industria nacional y preferían importar hasta el puré de tomate y el pescado congelado de otras partes del mundo.

En resumen, todo lo que contribuya en el corto plazo a reducir la oferta de bienes finales, sean estos importados o de producción nacional, tendrá un efecto procíclico, inflacionario y regresivo, pues reducirá el poder de compra del salario y de los ingresos, afectando en primer lugar a los segmentos de más bajos ingresos de nuestro país, a menos que a la vez y en el mismo plazo, otras medidas compensen ese efecto procíclico.

QUIÉNES SÍ PUEDEN IMPORTAR BIENES TERMINADOS?

Pero es cierto que existe otro grupo de medidas de corto plazo que de dar resultados podrían compensar, al menos en parte, los efectos indeseados de la restricción a las importaciones, en especial a las importaciones de las mipymes, como aquellas dirigidas a revitalizar el sistema de las tiendas en MLC, que tendrá que hacerse ¡importando bienes terminados! Vaya incoherencia.  

Esa revitalización, que al parecer implicará la apertura del mercado de consumo en MLC a empresas extranjeras, se quiera o no, podría incrementar la dolarización de la economía, al contribuir a elevar la demanda de dólares y a realimentar la devaluación del peso cubano, resultado que contrasta con uno de las prioridades declaradas del Programa de Estabilización Macroeconómica, a saber: la “gradual desdolarización de la economía”.

Pero, desde mi perspectiva, y dadas las circunstancias por la que atraviesa la economía nacional, el costo de oportunidad de no hacerlo es mayor que el de llevarlo a efecto. Las mipymes, cooperativas y TCP que durante el año 2023 fueron un factor decisivo en sostener una parte de la oferta —importaron más de mil millones de dólares, la mayor parte en bienes terminados1—y contribuir con ello a que los ritmos de inflación se moderaran, no estén excluidos ex antes de dicha medida. 

Y por dónde andaría la inflación si los actores no estatales no hubieran importado esos mil millones? Esos centenares de toneladas de carne de cerdo, de leche en polvo, de pollo, arroz, azúcar, harina de trigo, puré de tomate, embutidos… ¿Qué industria nacional las hubiera producido?

Acaso no es más coherente con la situación de urgencia que enfrenta el país generar incentivos para que esos mismos actores incrementen esas importaciones que la industria nacional no podrá producir en el corto plazo? ¿Acaso han sido las importaciones de los actores no estatales la que ha impedido que la industria nacional eleve sus producciones?

A quién beneficia entonces la elevación de los aranceles y el incremento de los impuestos a la venta?

Fueron los precios topados los que permitieron moderar la dinámica de la inflación o fue el incremento de la oferta provocado por las importaciones de esas formas no estatales? 

Acaso esa recaudación permitirá reducir significativamente el peso del déficit en el producto interno?

Miremos el 2024. Se han contratado un grupo de producciones. Hagamos números:

Lograr mayor participación de la producción nacional de alimentos en la Canasta Familiar Normada. Se encuentran inscritas hasta el momento, 22 mil toneladas de arroz, 10 mil toneladas de frijoles y 10 mil toneladas de maíz. Fuente: MEP, Objetivos y metas de la economía para el año 2024, dic. 2023

Esas 22 mil toneladas inscritas significan, de cumplirse el compromiso, que la producción nacional garantizaría 2,4 kilogramos de arroz/año a cada ciudadano, sobre la base de 9 millones de personas. 

Puede el Estado cubrir la necesidad restante mediante importaciones cuando la tonelada de arroz cuesta 690,9 dólares? ¿Debe impedirse, dificultarse, desincentivarse que las formas no estatales importen arroz? 

INFLACIÓN, DOLARIZACIÓN 

Otro grupo de medidas de las anunciadas está dirigido a incentivar la producción, desde aquellas que hablan de “fomentar, los contratos de producción cooperada con inversionistas extranjeros y actores económicos no estatales que aporten financiamiento en divisas y materias primas”, hasta las que proponen “aumentar la participación de la inversión extranjera, priorizando la producción de alimentos” o “seleccionar las formas de gestión no estatal con capacidad de liquidez por la tenencia de patrimonio propio, créditos o respaldo financiero de empresas extranjeras, para realizar procesos negociadores que favorezcan encadenamientos con las empresas estatales”. 

Todas ellas pasan por tres asuntos básicos para cualquier negocio: confianza para emprender un negocio de determinada magnitud; garantías de que el dinero invertido podrá ser recuperado vía dividendos; marco regulatorio que le permita a esos nuevos negocios operar en condiciones aproximadas a como operan los negocios en el mundo. Las tres son posibles de lograr, ninguna requiere de un centavo.

Algo que llama la atención es el gran ausente en esa intención de “restaurar los requisitos macroeconómicos que permitan garantizar un entorno favorable para el crecimiento económico, el desarrollo…”. Ninguna de las medidas/ideas/intenciones habla de ¡rectificar la asignación de recursos propios de inversión! y reducir drásticamente los fondos propios dedicados a la construcción de hoteles; aquellos que permanecen hoy con niveles de ocupación alejados de los que permitirían la recuperación de esos fondos en el plazo planeado2.

El ajuste es sin dudas necesario. Pero es discutible el orden, la secuencia y la distribución de los costos del mismo. 

De las medidas anunciadas hasta hoy, aquellas que elevan precios y tarifas contribuirán también a la elevación de la inflación, al incremento de la dolarización y a una mayor devaluación del peso cubano con efectos regresivos sobre los sectores con menos ingresos. Entre otras razones porque alimentan las expectativas inflacionarias de todos los ciudadanos.

También es discutible conservar una estructura burocrática del Estado que ha dado muestras de no ser ni eficaz ni eficiente. ¿Por qué no haber comenzado por ahí?

Reducir subsidios, elevar tarifas… Esas medidas por sí solas no garantizan que la situación que hoy enfrenta el país, no vuelva a repetirse. Hay que hacer más, sobre todo en esa otra dirección que es la de incrementar la base fiscal, enriquecer el tejido empresarial fomentando y facilitando el nacimiento de miles de nuevas pymes y cooperativas. Hay que desentrampar a la empresa estatal de una vez y por todas y hacerlo con toda la premura que se demanda. 

Hay que ponerle fechas y metas a esas medidas y ubicarlas en la secuencia correcta.

Llevamos años sumergidos en una coyuntura adversa que se ha hecho perpetua. Ojalá y el 2024 nos quite de la boca ese sabor amargo que nos han dejado estos últimos cinco años. 

Notas:

1. En 2023 se estima que la importación de bienes de consumo alcanzó entre 2100 y 2200 millones de dólares Fuente: MEP, Objetivos y metas de la economía para el año 2024, dic. 2023.

2. En la presentación del Plan 2024, no aparece la distribución de las inversiones por sectores.

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                                                        CUBA OTRA MIRADA DIFERENTE…

                                                 POR HUMBERTO PÉREZ; 15 ENERO 2024

SOBRE LAS NUEVAS MEDIDAS ANUNCIADAS POR EL PRIMER MINISTRO MANUEL MARRERO, EN DICIEMBRE PASADO, EN LA ASAMBLEA NACIONAL DEL PODER POPULAR.

Recién terminada la intervención de Marrero, el compañero Oscarito Fernández nos hizo llegar un correo el día 21/12/23 en el que nos adelantaba y expresaba que, aunque no había terminado de leer la lista de decisiones anunciadas, “el panorama se le revelaba angustiante, a primera vista” y manifestaba que “hay cuestiones muy peligrosas cuyos impactos negativos van a ser mas devastadores que los del Ordenamiento”.

Uno o dos días mas tarde yo le respondí comentándole que la intervención de Marrero me parecía positiva desde el punto de vista que hacia muy largo rato ningún dirigente de primer nivel hacia una autocritica tan detallada y profunda de la labor del gobierno y asumía las responsabilidades principales por lo acontecido en los últimos años.

Dicho lo anterior le decía que me sumaba a sus preocupaciones y como una observación general inicial le manifestaba que “en las medidas que se proponen aplicar se trasuntan aún demasiado las tendencias centralizadoras, verticalistas y administrativistas que han acompañado hasta ahora el quehacer de nuestros órganos de mayor dirección, y el temor infundado y timorato en extremo al papel que al mercado y a sus leyes objetivas les corresponde jugar en el desarrollo de nuestro proyecto socialista, y que el sector privado continuaba siendo víctima de prejuicios y limitaciones que castrarían su importante papel para ayudarnos a salir de la situación actual, y que las mas positivas de las medidas que se proponían, demorarían demasiado las respuestas que necesita de inmediato nuestro pueblo, en la mesa y en los escaparates de sus casas o, por lo menos, en el mostrador de la mipymes y TPCP, aunque por el momento fuese con precios que no estarían al alcance de todos los demandantes.

“Estos factores han sido y son causa, según mi criterio, de los errores cometidos, del fracaso del Ordenamiento y de los cientos de medidas dictadas con el plausible objetivo de resolver nuestros problemas.»

Concluía mi breve correo diciendo: “Es mi propósito escribir algún texto que sea mas explicito y puntual en este sentido”.

Ya lo había comenzado a escribir, pero al leer este articulo del compañero Juan Triana del reciente pasado día 10 de enero, titulado “Economía Cubana, el sabor amargo, los datos y las medidas” (1), me siento exonerado de continuar escribiéndolo. Comparto totalmente y al 100% todo lo planteado por Triana en dicho texto.

Debemos recordar que Triana fue uno de los seleccionados para asistir a la convocatoria que nos hicieran Alejandro Gil y Joel Queipo el 6 de julio de 2023 para, supuestamente, formar un grupo de 8 o 9 compañeros de experiencia y preparación académica, con el propósito de realizar sugerencias a la dirección del país acerca de los asuntos económicos principalmente. Lo esfuerzos se han hecho de parte de los integrantes del grupo, ideas y propuestas se han elevado. Pero baldía e inútilmente.

Debemos reconocer (yo por lo menos lo reconozco en lo que a mi me corresponde), que últimamente el único que ha mantenido la insistencia, sistematicidad, audacia, acierto y valentía de hacer propuestas, unas tras otras, es el compañero Juan Triana.

Merito particular para Oscarito Fernández que fue el primero en darnos alerta.

Ahora Triana culmina con este texto, manifestándose el único entre nosotros (los del pequeño grupo del 6 de julio) que ha sido capaz con toda franqueza y valentía de decirle a la máxima dirección del país las incongruencias, contradicciones, medidas contraproducentes y anti propósitos que están presentes en su plan de acción y políticas propuestas para este 2024.

Casi todas son medidas estanflacionarias que producirán un empeoramiento de la situación existente y que nos llevaran para fines de este año que recién comienza a nuevos fracasos y nuevos “sabores amargos”, con los malestares poblacionales y riesgos políticos que están presentes por el camino.

Analícese, por favor, por la máxima dirección el país lo que aquí está explicado y fundamentado por Juan Triana. Y cámbiese lo que tenga que ser cambiado, sin dogmas ni 

empecinamientos. Y cámbiese a tiempo.

Fraternalmente,

Humberto Pérez

https://cubayeconomia.blogspot.com/2024/01/economia-cubana-el-sabor-amargo-los.html

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                                         CONVERSACIONES CON NEWTON BRIONES MONTOTO

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Newton Briones Montoto integra una familia de combatientes contra las tiranías en Cuba. Su padre, de igual nombre, fue un activo miembro de la organización Joven Cuba, fundada por Antonio Guiteras en los años treinta del pasado siglo; también fue uno de los organizadores del atentado que ajustició a Carmelo González, el traidor que reveló a Fulgencio Batista los detalles del plan de Guiteras para salir de Cuba. Su hermano Antonio Briones Montoto murió en 1967, al intentar desembarcar en Venezuela como parte de una guerrilla antimperialista. Él mismo combatió en la clandestinidad contra Batista.

Newton se graduó de Historia en la Universidad de la Habana en 1975 y fue miembro del Ministerio del Interior cubano hasta 1989. Ha publicado numerosos libros y artículos con una mirada desacralizadora acerca de figuras y procesos de la historia nacional. Entre sus textos podemos mencionar: Aquella decisión callada (1998), Acción directa (1999), General regreso (2004), Esperanzas y desilusiones: Una historia de los años 30 (2008) y Una hija reivindica a su padre (2011).

LJC propuso esta conversación para que los lectores se acerquen a algunos aspectos de la historia de la República que es oportuno retomar.

(LJC) Newton, gracias por acceder a la entrevista. Si en algún espacio está usted en su casa es en este blog, que honra con su nombre a Guiteras y a personas como su padre. Compartimos con usted una predilección: las investigaciones sobre el período histórico cubano que transcurre entre 1925 y 1958. 

(LJC) La imagen absolutamente negativa sobre el presidente Ramón Grau ha sido muy reproducida por la historiografía revolucionaria, aunque un libro como El gobierno de la Kubanidad, de Humberto Vázquez García, del 2005 viene a matizar estos aspectos profundizando en los análisis sobre el mismo. También los estudios de Fernando Martínez Heredia, que le reconocen a Grau, amén de que no era un revolucionario, haber sido radicalmente antiplattista, defender con dignidad a su país frente al imperialismo y resistir todas las coyunturas difíciles hasta el final en el Gobierno de los Cien Días, sin renunciar. ¿Cuál es su posición en este asunto?

(NBM) —Faltó por mencionar a Raúl Roa y su opinión sobre Grau, que no es menos importante. Roa dio su opinión sobre el gobierno de Grau y con posterioridad la modificó. En una frase muy sintética explicó su parecer: “la revolución del 30 se fue a bolina”. Pero en esa frase lapidaria, tan conocida y repetida como la marca de un producto famoso, no se explica la desventura del supuesto papalote que fuera esa revolución. Por los términos utilizados no puede saberse a qué se debió su mala suerte. Si perdió el rabo mientras se elevaba a favor del viento. O el hilo que lo sujetaba mientras ascendía estaba podrido y se partió. O si otro cometa, armado con cuchillas en su cola, cortó la cuerda y ello provocó “irse a bolina” y perderse en el cielo de la República.

Sin embargo, lo peor del comentario de Roa es que encasilla el hecho y tal parece haber sido un fracaso total. El logo es para mal y no para bien, y no todo está dicho aún. El propio Roa modificó después del año 59 sus criterios sobre aquella revolución.

(…) Hay ya suficiente lejanía para juzgar, serenamente, el gobierno presidido por Grau San Martín desde el 10 de septiembre de 1933 hasta el 15 de enero del año siguiente. Los testimonios desaforados de sus enemigos suministran una imagen estigmática de esa enmarañada, fluctuante, convulsa y aleccionadora experiencia. El sectarismo que los tiñe y la violencia de la brega deforman el contorno y desnaturalizan el dintorno de los hechos. Mi artículo «Mongonato, Efebocracia, Mangoneo», imbuido de la concepción extremista entonces en boga en la izquierda revolucionaria, es prueba fehaciente de ello. No es que yo vaya ahora a arrepentirme de haberlo escrito. No es eso. Sigo creyéndolo justo a la luz de una óptica genuinamente revolucionaria. 

Pero lo considero injusto en cuanto falsifica el carácter del gobierno de Grau San Martín, mide por un mismo rasero a los intereses y grupos que lo sustentan y a los que se le oponen, no discierne el alcance popular de sus medidas, sólo ve la incapacidad, la petulancia, la flaqueza y la arrebatiña que lo mina, ignora la gallarda y trascendental postura de la delegación cubana en la Conferencia Panamericana de Montevideo, pasa por alto la ingente labor revolucionaria de Antonio Guiteras y del núcleo decidido que lo sigue y subestima el rol jacobino de las capas más avanzadas de la pequeña burguesía en los pueblos política y económicamente enfeudados a la dominación extranjera.

Con posterioridad Roa expresa, en su libro, “La revolución del 30 se fue a bolina”-, publicado por el Instituto del Libro en 1969:

El gobierno de Grau San Martín no fue, ni podía ser, por su estructura, composición y objetivos un gobierno revolucionario. Ni siquiera consigue expresar la relación de poder, la unidad de fines y la coherencia de métodos que dimanan de su propio carácter nacional-reformista. La verdad monda y lironda es, sin embargo, que ha sido hasta hoy el único gobierno cubano que intentó remover la estructura colonial de la República. 

Múltiples circunstancias, intrínsecas y extrínsecas, le impiden llevar a cabo la épica empresa. Su propia debilidad, ante todo. Y, después, lo demás. No se le dio un minuto de respiro. Vivió en acoso perpetuo. Fue combatido a sangre y fuego por la embajada norteamericana, los oficiales depuestos, el ABC, la vieja política, el alto comercio español, las corporaciones económicas, las empresas extranjeras, los monopolios de servicio público, el Partido Comunista, la Confederación Nacional Obrera de Cuba, el estudiantado de izquierda y la casi totalidad de la prensa. 

No tuvo más defensa militante que las aguerridas huestes del Directorio Estudiantil Universitario, ni más pregón que sus propias obras, insidiosamente desfiguradas por la reacción, el imperialismo y la izquierda marxista, en absurda coincidencia. Le faltó el apoyo activo del ejército. No supo incorporarlo políticamente a la lucha contra la restauración y la injerencia.

Falta por decir algo más. En el año 2010 se publicó en Cuba, por la editorial de Ciencias Sociales el libro “Estado y Revolución”. Su autor es un ciudadano canadiense, interesado en las cuestiones de Cuba. Vino a estudiar esa época y se entrevistó con todos los conocedores del periodo, incluyéndome a mí. Revisó archivos en el Instituto de Historia de Cuba. Sus conclusiones son muy elocuentes, aunque a él es al que menos le correspondía hacerlo. 

Su criterio es que no todo del periodo de 1933 se perdió, según hace creer la sentencia de Raúl Roa. Batista no pudo echar abajo las leyes del gobierno de Ramón Grau San Martín. Utilizó las opiniones de Mendieta, el ABC y otros importantes funcionarios de aquel gobierno de Batista sobre las leyes durante el gobierno de Grau. Lo que hizo aquel gobierno en 127 días resultó tan bueno que los enemigos no lo pudieron amputar.

(LJC) A usted le debemos el libro testimonial Una hija reivindica a su padre. Entrevista a Rita Vilar, en el que se esclarecen las razones que motivaron la expulsión de las filas comunistas de un hombre de la trayectoria de César Vilar. 

Sin embargo, una interrogante me quedó tras su lectura: si las discrepancias se debieron a puntos de vista contrarios sobre el apoyo a los moncadistas, habida la intención del Partido de desmarcarse de cualquier relación con el asalto al Cuartel Moncada, lo cual puede ser perfectamente comprensible en momentos en que su estrategia era más bien reformista, ¿por qué cuando la actitud del Partido hacia la lucha armada y el papel del M-26-7 cambió, aun así se mantuvo el distanciamiento hacia César, que murió en 1973 sin haber sido rehabilitado? La duda se relaciona con un acta que existe en el Instituto de Historia de Cuba que recoge algunas de las discusiones sobre el tema de la expulsión y donde los principales argumentos no eran estratégicos o ideológicos, sino relacionados con acusaciones de corrupción y mal uso de los fondos del Partido de César hacia algunos altos dirigentes nacionales de esa organización. Nos gustaría mucho conocer su criterio.

(NBM) —Conocí a Rita Vilar, la hija de César, en casa de Papito Serguera. Ella comenzó a comentarme la historia de su familia y en específico la de su padre. “El hombre que veló solo el cadáver de Jesús Menéndez y que lo trajo hasta La Habana desde Manzanillo, hablando en cada paradero al pueblo que esperaba el paso de su líder asesinado, fue mi padre”, me dijo. Lo que decía me sorprendió por lo novedoso y tenebroso del hecho. Le dije: ¿por qué no lo escribes? Me respondió: “no me siento capaz”. “Dáselo a un periodista”, insistí. “No quieren meterse en el asunto”. Entonces propuse: “Si quieres, yo te lo grabo y después armamos un libro”. Así comenzó la redacción de Una hija Reivindica a su padre.

Evocar acontecimientos históricos es un deleite, y más sino son muy lejanos en el tiempo. Se disfruta como una tragedia griega en versión de época moderna. Y también como una enseñanza para la lucha. Los revolucionarios podrán aprender lo que se debe hacer y lo que no. Tomar en cuenta la advertencia de Martí: “en política lo real no se ve”. Es una clase de historia contemporánea y una lección para no olvidar. Aunque es necesario entender el todo para juzgar las partes y eso es lo que me propongo.

Los hechos, sucedidos de manera inesperada y casi inevitable, tuvieron consecuencias imposibles de precisar de antemano. La fecha del comienzo de esta historia puede situarse en varios tiempos. 

Escogeremos uno para ubicar al lector, podemos tomar el 10 de marzo de 1952 como el inicio, cuando Batista da el golpe de estado. A este hecho se le fueron uniendo factores, antes y durante el momento, en apariencia inconexos entre sí. Creando una historia que con el tiempo se convertiría en una perfecta tormenta política y sus vientos huracanados llegarían hasta nuestros días. 

El PSP quiso aprovechar el golpe de estado para conectar de nuevo su relación con Batista. Relación comenzada en septiembre de 1938. En aquella fecha obtuvieron beneficios políticos al unirse a Batista en las elecciones para delegados a la Asamblea Constituyente. Comicios en los que Batista y sus aliados lograron pequeños resultados y obtuvieron 35 delegados de los 76 a elegir. Ante esa inferioridad, y con vista a las elecciones presidenciales de 1940, Batista debió seguir buscando alianzas. 

A cambio de apoyarlo, el PSP obtuvo la legalización del Partido y el derecho a reorganizar el movimiento sindical bajo su control, un periódico y dos ministros en el gobierno. Evaluar el acontecimiento no resulta fácil. Tiene, como todo, pros y contra, y requiere otros análisis posteriores.

Ahora, en 1952, vieron una segunda oportunidad de obtener ventajas. El recado estaba en camino y esperaban la respuesta. Sin embargo, el asalto al cuartel Moncada se interpuso al propósito. Los dirigentes del PSP celebrarían el cumpleaños de Blas Roca, 24 de julio, en Santiago de Cuba. Los dos eventos, el cumpleaños y el asalto al Moncada, no estaban conectados. 

No obstante, la dictadura los vio, en sus inicios, como una acción mancomunada. Entonces arrestaron a algunos comunistas y el Partido debió salir a defenderlos para demostrar que no tenían nada que ver con el hecho. De lo contrario, la alianza que buscaban con el régimen se afectaría. Fueron arrestados en Santa Clara, cuando regresaban de la reunión que se había realizado en la capital oriental, los dirigentes de base José A. Cabrera, Antonio Pérez Mujica y Bernardo Hernández, quienes fueron llevados al cuartel y remitidos a Santiago. En su tránsito por Camagüey serían ametrallados por un soldado y luego presentados a juicio como heridos en el Moncada. También arrestaron a Lázaro Peña y Joaquín Ordoqui. 

Un nuevo dilema: obtener el apoyo de Batista o defender a los revolucionarios, uno casi invalidaba al otro, ¿por cuál decidir?

Las declaraciones durante el juicio del Moncada no dejaban dudas por quien se inclinaron. Los datos los reprodujo Theodoro Draperen uno de sus libros: “Repudiamos los métodos putchistas propios de las facciones políticas burguesas, empleados en la acción de Santiago de Cuba y de Bayamo, que fue un intento aventurero para apoderarse de ambos cuarteles generales del ejército. El heroísmo desplegado por los participantes en la acción es falso y estéril y está guiado por concepciones burguesas y erróneas”. 

La pasión les impidió ver la tragedia, y por eso decidieron mal. Los lectores podrán sacar sus propias conclusiones.

Entre los escollos a resolver, debían solucionar qué hacer para ser aceptados por los EEUU. Después del golpe, los dirigentes del PSP habían establecido contacto con Raúl Lorenzo Ruiz[i], ministro de comercio del nuevo gobierno. Él redactó la proclama del 10 de marzo: “Proclama al pueblo de Cuba”. Según Lorenzo, se la sugirió a Batista porque “consideraba que era necesario un documento político programático que justificara el golpe”. No era un desconocido, en 1937 había militado en las huestes juveniles comunistas. Mantenía relaciones con los dirigentes del PSP y ellos le habían dado la encomienda de sondear a Batista para ser aceptados. Aunque Batista estaba subordinado a los designios del Departamento de Estado y en ese momento debía obtener la anuencia por el golpe de estado, la respuesta de Raúl Lorenzo llegó: “los americanos los tienen vetados y no puedo hacer nada”.

Para no dejar dudas sobre la posición de Batista hacia los comunistas, el 28 de marzo declaró a la revista Visión, que circulaba en todos los países de habla hispana del continente, que no tendría tregua con los comunistas, que “los vigilará estrechamente y que, si lo obligan a ello, tomará medidas drásticas contra los mismos”.

A la cuesta empinada se sumó otro problema, como para hacer más difícil el ascenso. Terminado el juicio del Moncada y absueltos los comunistas, se reunió el Comité Ejecutivo del Partido para juzgar los hechos del 26 de julio. La reunión se celebró clandestinamente en La Habana, a mediados de noviembre de 1953. Blas hizo un informe sobre los hechos y también Aníbal Escalante. Ambos fueron críticos del asalto.

Concluido el turno de Escalante, se levantó César Vilar para manifestar su desacuerdo a la decisión de la dirección del PSP en el momento del juicio del Moncada. Este había sido constituyentista en 1940 por el Partido, y después sería Representante a la Cámara y Senador de la República. Era miembro de la Mesa Ejecutiva del PCC, y de su organismo más estrecho: la Comisión de Control. Vilar calificó la posición asumida por el PSP como un error oportunista de derecha. Oportunista porque negociaron su libertad, y de derecha porque favorecía a los elementos reaccionarios del ejército.

En el propio informe hecho por César sobre lo ocurrido en esa reunión, explica que los abogados les dieron instrucciones previas a los miembros del Partido, aconsejándoles que se mantuvieran serenos, y que si no les preguntaban en cuanto a las heridas que no hicieran referencia a ellas. Algo criticado por uno de los encartados, José Llosa, inconforme con semejante orientación. 

César llama la atención, incluso, acerca de que es Melba Hernández quien hace la denuncia en el transcurso del juicio, refiere también elementos sobre cierto distanciamiento que se produjo en las galeras entre los comunistas y los moncadistas a consecuencia de esa actitud, finalmente denunciada y expuesta con precisión por el asaltante Ernesto Tizol, tras lo cual los agredidos fueron llamados a declarar de nuevo. 

Interrogados al respecto de la declaración de Tizol, la ratificaron. En su opinión, lo correcto habría sido que, cuando los comunistas expusieron la línea del PSP en el juicio —contraria en ese momento a la acción armada— no hablaran del putsch en abstracto, sino que responsabilizaran claramente al gobierno de Batista, y que los crímenes cometidos en el asalto al cuartel Moncada no eran responsabilidad de los cubanos valientes que participaron en el mismo, pero equivocados, sino del gobierno producto de un golpe militar, con una proyección pro imperialista antipopular, que creaba las condiciones para ese tipo de acto desesperado.[ii]

Ocho meses después, en julio del 54, el Comité Nacional citó a César Vilar para una reunión. Esta comenzó doce horas después de llegar al lugar de referencia. Tampoco le dieron a conocer la orden del día y su desconocimiento lo obligaba a una improvisación. Pidió aplazar la reunión para prepararse en asuntos tan delicados e importantes. 

Fue rechazada su propuesta y siguió adelante como si nada hubiera pasado. Lo acusaron de estar en contacto con el enemigo. Es decir, se le acusó de ser un traidor al Partido. “He sido militante del Partido Comunista durante 26 años. A lo largo de los mismos he ocupado altas posiciones en él, en el movimiento sindical y en el parlamento de la Nación, representando al Partido. Hasta estos momentos se había considerado mi vida como un ejemplo de honradez, sacrificio y dedicación a la causa del proletariado. He sido, soy, y seré comunista. Mi expulsión está determinada por un desacuerdo político-ideológico con la dirección del Partido. Desacuerdo que tiene por base la actitud que tuvo el Partido Socialista Popular en el desenvolvimiento del juicio por los acontecimientos del Cuartel Moncada”.

César Vilar no era la única voz discordante, otros pensaban igual, aunque no lo expresaron en aquel momento. Este es el testimonio que sobre el tema brindara Edith García Buchaca, también dirigente del PSP:

“Aún recuerdo cuando nos encontramos al dejarle en libertad provisional. [César] Vino exaltado y me dijo: «Idy, el Partido está equivocado, estos muchachos saben lo que quieren y han demostrado una gran calidad. Lázaro Peña y yo estamos en desacuerdo con la actuación de nuestros abogados del Partido. Ellos sólo buscan que se confirme que el Partido fue ajeno al asalto y sacarnos absueltos. Pero actuar de ese modo le resta autoridad y prestigio al Partido. Ante la valentía de esos muchachos, nuestra actitud aparecerá mezquina. Batista ha cometido un crimen monstruoso y ha asesinado a decenas de jóvenes y nuestra actitud en el juicio debe dirigirse a condenar ese crimen, no a defendernos»” [iii].

Sobre la pregunta de Joven Cuba relacionada con acusaciones de corrupción y mal uso de los fondos del Partido. En octubre de 1951 se llevó a cabo una reunión para analizar el trabajo de César Vilar como secretario del PSP, durante once años, en la provincia de Oriente. La intervención de Blas en aquella asamblea fue publicada en la revista Fundamentos. [iv] No hubo la menor insinuación sobre malos manejos de fondo en el Comité Provincial de Oriente. 

Aquella reunión no es la que provocó después la insinuación, son otras las causas. Mostrar la separación como resultado de su opinión de lo sucedido en el Moncada, visto desde el ángulo político deja poca ganancia para la organización. Que debe pelear en ese mismo plano por conseguir votos en futuras elecciones.

[i] Al constituir el Gobierno de facto, el General Batista creó el Consejo Consultivo (10 de marzo 1952), integrado por 82 representativos de todos los sectores del país. Raúl Lorenzo fue designado, gracias a su estrecha vinculación con Miguel Suárez Fernández, y con posterioridad, al solicitar éste licencia como Ministro sin Cartera del propio Gobierno, en 1953, se le nombró en su sustitución, pasando meses más tarde a Ministro de Comercio. (Lorenzo se marchó de Cuba en 1959. Después regresó y tuve la oportunidad de entrevistarlo conjuntamente con José Luis Padrón, el 23 de septiembre de 1998, en La Habana).

[ii]Angelina Rojas Blaquier: Primer Partido Comunista, t. 3. Editorial Oriente. Santiago de Cuba. 2010, pp. 62-63.

[iii]Miguel Barroso: Un asunto sensible, Edit. Mondadori, Barcelona, 2009, pp.  334-346.

[iv]Fundamentos, no. 105, julio 16 de 1954, pp. 1 y 115.

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Publicado el enero 23, 2024 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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